Tengo tu número

20 agosto 2013

Poppy pierde su valioso anillo de compromiso a sólo unos días de su boda, y para colmo le roban su móvil, que viene a ser casi todo para ella. Así que cuando ve un teléfono en una papelera no duda en hacerse con él, y de este modo entra en contacto con Sam, un importante empresario, parco en palabras y serio, y con todo su mundo. 

Ella lo conocerá a través de su buzón de entrada, y se convertirá en cuestión de minutos en una especie de secretaria para él. Poppy se verá enredada una y otra vez en situaciones disparatadas, equívocos que comprometerán también a Sam.

A pesar de los momentos tan surrealistas, los personajes son creíbles, naturales, con sus miedos e inseguridades; no son perfectos, ni tampoco pretenden serlo. Sin duda, la estrella de la novela es Poppy. Qué alocada. Qué graciosa. Qué salero tiene esta chica, por Dios. Además de Sam, destacan también los secundarios: la familia del novio no tiene desperdicio, por no hablar de las dos amigas de la protagonista.

El desenlace me ha hecho suspirar, aunque lo veía venir. Sin embargo, lo que pasa con este libro es que los giros y determinadas escenas de surrealistas que son no los esperas: si es que hasta lo más dramático tiene su humor.

En definitiva, una trama simple, previsible en parte, pero original en su forma es Tengo tu número, de Sophie Kinsella. Narrada en primera persona por la propia protagonista, se sirve de los mensajes y correos electrónicos de Sam, lo que ayuda a configurar la personalidad del principal personaje masculino. Un detalle más que curioso son las notas a pie de página: no aportan nada a la trama, pero son simpatiquísimas.

La novela está muy, pero que muy bien escrita, aunque no es una prosa muy elaborada. Sobresale la labor de traducción, impecable: cualquiera diría que se ha escrito en castellano originalmente. En este sentido, sólo destacaría que hay dos o tres palabras que bailan a su antojo en el libro, como si las hubiesen escrito rápidamente. Unos despistes que pasarían desapercibidos de no ser porque en la contracubierta hay otro más grave: la protagonista pasa de llamarse Poppy a ser Polly de un párrafo a otro.

Sin embargo, esos fallos no importan, quedan más que perdonados, aunque no dejan de llamarme la atención, de ahí que los recoja en la reseña. Y es que menuda frescura de libro. A página por carcajada. ¡Así da gusto leer! Hay momentos de película, de esos que dices no-le-puede-estar-pasando-eso, tierra-trágala. Una novela ligera, pero divertidísima con la justa medida de romanticismo y mucho humor. Ideal para pasar un rato entretenido y olvidarse del mundo. 

Brújulas que buscan sonrisas perdidas

08 agosto 2013

E. regresa a su pueblo para cuidar a su padre. Siente que no le debe nada, nunca ha sido bueno con él o con sus hermanos, pero que ha de hacerlo. Su padre, un famoso director de cine afectado de cáncer y también de alzheimer, lo confunde con uno de sus ayudantes, malditas enfermedades, y solicita su colaboración en un proyecto, un largometraje que únicamente existe en su cabeza. Pero el protagonista, lejos de rechazar el papel, acepta, sin saber que esa cinta que nunca se llegará a grabar le traerá la paz que tanto ansía.

Y es precisamente como una película que el protagonista rebobina hacia detrás y delante cómo el lector verá su vida, desde la pérdida de su mujer en un accidente, hasta llegar a su adolescencia, ese momento en el que la relación de padre e hijo se rompió definitivamente, justo cuando más lo necesitaba, cuando su madre falleció. 

Brújulas que buscan sonrisas perdidas está bien escrito. El lenguaje es sencillo, aunque hay metáforas, algunas preciosas, página sí y otra también. Por otro lado, es curioso el uso de los puntos suspensivos, que abundan aquí y allí, en cada párrafo, casi en cada frase. El objetivo de estos es, para mí, poner el acento de la historia en la reflexión que el personaje principal hace sobre su propia vida, sobre su pasado, presente y futuro, una reflexión a la que sin duda, el autor, Albert Espinosa, parece también invitar al lector. Ahora bien, aunque a mí en concreto no me han disgustado los puntos suspensivos, sí es cierto que su uso no es del todo correcto, es decir, el escritor se salta las reglas a la torera.

Los títulos de los capítulos, un total de diecinueve, me han llamado mucho la atención. ¡Hay algunos que darían para otras novelas! Puños cerrados llenos de sonrisas abiertas, Tics que movemos para que jamás nos controlen y Vida que te retornan son sólo algunos ejemplos. 

La edición es muy cuidada. Aunque la encuadernación es en rústica, incluye anchas solapas, además de hojas de cortesía en un color azul intenso de un grosor mayor que el del resto de páginas.

En definitiva, Brújulas que buscan sonrisas perdidas es un drama, pero en el que hay esperanza, mucha, porque en él se habla sobre pérdidas, pero también de reencuentros. Es toda una inyección de optimismo que emociona, que te deja un buen sabor de boca y una sonrisa que dura varios días. 

Los capullos no regalan flores

01 agosto 2013

El segundo cómic de Raquel Córcoles, Moderna de Pueblo, vuelve a estar protagonizado por su álter ego rubia con gafas de sol.

Con un dibujo más depurado, más limpio, que en Soy de pueblo, habla aquí sobre las relaciones de dos desde el punto de vista de las chicas. La protagonista, harta de tanto capullo, se dedica en este libro a identificarlos y a cortarlos de raíz tijera de podar en mano.

Por sus páginas desfilan hasta diez tipos de chicos malos distintos. Desde el capullo clásico que se ve venir a mil leguas, pero al que una cae rendida a sus pies, pasando por el fugitivo hasta llegar al mareante. No se deja a ninguno fuera.

En esta especie de guía anti-hombres, Los capullos no regalan flores, se aborda con un humor de lo más sano cómo vivimos las chicas las relaciones sentimentales. Si bien tira de tópicos y estereotipos por doquier, es un cómic más que simpático, gracioso, en el que las carcajadas están aseguradas.

Sin embargo, con todo y con eso este es un libro también para chicos, porque chicas-capullas también las hay... La autocrítica está presente en la obra. Las nuevas tecnologías tampoco faltan. Lo cierto es que es un cómic muy actual.

Del dibujo llaman la atención los colores, todos la mar de alegres. Destacan unas viñetas muy cuidadas, a las que no les falta detalle: por ejemplo, los personajes cambian de vestuario una y otra vez. Por cierto, a ninguno se le ven los ojos, que aparecen siempre tapados bien por gafas de sol oscuras o por flequillos interminables.

El texto está genial: Córcoles juega con las palabras, crea metáforas, y se sirve de ellas para hacer humor. En esta entrega, sin embargo, aunque los términos más coolturetas también tienen protagonismo, su presencia no es tan importante como en su primer libro, ese auténtico manual para sobrevivir en la ciudad. Por otro lado, la autora prescinde de los bocadillos, lo que le da un aire moderno a la obra.

La mirada que ofrece la autora sobre la juventud de hoy día y su peculiar sentido del humor son, sin duda, lo que hacen de este cómic un libro fresco, ideal para disfrutarlo en esta época del año.