Trilogía "Los juegos del hambre", de Suzanne Collins

19 noviembre 2013

El viernes llega a la gran pantalla la adaptación de En llamas, segunda parte de la famosísima trilogía Los juegos del hambre, de Suzanne Collins

Leí los libros el verano pasado, esperé a que pasase el boom, pero ahora sé que bien podría haberlo hecho antes porque el resultado hubiese sido el mismo: aquí, lectores, tenéis a una tributo más...


La trama es de sobra conocida. En Los Juegos del Hambre nos encontramos en una sociedad futura. Estados Unidos ha dado lugar a Panem, un país dividido en doce zonas. La sociedad se halla fuertemente reprimida por el Capitolio, el gobierno de dicho lugar. Cada año, para recordar a las personas de a pie quién manda, se celebran los Juegos del Hambre en los que participan, elegidos por sorteo, una chica y un chico de cada uno de los distritos. El juego es la mar de sencillo: sólo uno de los participantes puede sobrevivir. Aunque el nombre de la protagonista no sale elegido, ella se ofrece voluntaria en lugar de su hermana, Primrose Everdeen. Así es como Katniss Everdeen se ve envuelta en una lucha por la supervivencia, en la que contará con el apoyo de Peeta Melark, el chico que sale elegido de su distrito, y con el que apenas ha cruzado un par de palabras. 

En En llamas se aborda la Gira de la Victoria de esta pareja vencedora, y la siguiente batalla, otro juego más, aún más duro, con los ganadores de todos los juegos anteriores como participantes. Es aquí donde aparece el Chico del Azúcar, también conocido como Finnick Odair, y donde Katnis y Peeta están más unidos que nunca. Juntos formarán un equipo invencible: ella será una vez más la parte física de los dos, nadie maneja el arco como ella, mientras que él será la parte emocional, un magnífico estratega.

Por último, en Sinsajo, la tercera parte, Panem arderá. La llama que ambos personajes habían prendido en los primeros y segundos juegos recorre de forma imparable todos los distritos: ha llegado el momento de plantarle cara al Capitolio y a Snow, su presidente.

En las dos primeras entregas la lectura es ágil. Collins utiliza frases cortas y un lenguaje sencillo, escribe bien, lo que contribuye a que las páginas pasen volando. Además, en todos los libros hay muchísima acción. Sin embargo, en la tercera parte, tuve que releer diversos fragmentos: Katniss es siempre la narradora, y en Sinsajo su estado emocional es muy inestable, lo que se refleja en una narración confusa, nada clara en algunas escenas. Así, mueren personajes muy importantes sin que apenas te des cuenta, sin saber si la protagonista lo ha soñado o ha ocurrido realmente.

Una de esas muertes me dejó sumida en un mar de lágrimas: primero leí, luego releí, empecé a llorar, después a patalear... ¿cómo era posible? Ahora que ha pasado el tiempo creo que eso era lo justo, por más que me "duela": Los juegos del hambre es circular, justo termina con quien empieza. No hay más. Además, es una guerra, y no cabían finales felices al cien por cien.

Por otro lado, si la trama es original, teniendo en cuenta que va más allá de Battle Royal, los personajes también son especiales. No me olvido del impetuoso Gale, tampoco de Haymitch, quien a su brusca manera quiso y ayudó a los protagonistas. Por eso cuando acabé la trilogía el final me dejó un regusto muy agridulce: ¿qué había sido del primero, qué sería del segundo? Pues sí, después de más de mil páginas de triángulo amoroso, uno de los vértices desaparece sin más, y Peeta y Katniss parece que son felices, todo lo felices que podrían ser dadas las circunstancias... La resolución del conflicto romántico resulta un poco forzada, no saltan chispas, quizá por la rapidez con la que sucede todo y por ese epílogo, veinte años después, del que se podría haber prescindido.

Y a pesar de todo, la trilogía es una de mis favoritas, porque son muchos más los pros que los contras. Una buena historia, adictiva y bien escrita, con un argumento interesante, unos personajes bien definidos y distintos entre sí, realistas, que dan pie a un desarrollo de los hechos coherente, pero también sorprendente: ese desenlace es impactante y desgarrador, pero acorde con la sucesión de acontecimientos previos.

En cuanto a las adaptaciones cinematográficas, nada que decir: los cambios son comprensibles, estamos hablando de dos medios distintos, papel y pantalla. La primera me gustó, y espero que esta segunda también: ¡el tráiler tiene buenísima pinta!

Ojalá que la suerte esté siempre, siempre de nuestra parte y tengamos la oportunidad de leer más libros como estos. 

La tienda de los recuerdos perdidos, de Anjali Banerjee

05 noviembre 2013

Lily no da pie con bola desde que su marido falleció, pero antes de tocar fondo decide dar un giro a su vida. Con la tienda vintage a cuestas, el negocio del matrimonio, llega a Fairport, un pequeño pueblo con toques mágicos. Allí se compra una gran casa amarilla, y trata de iniciar una nueva vida.

Pronto le acompañará una gata especial con un ojo de cada color. Ella observará a los fantasmas que habitan en la casa, y también el ir y venir de Lily. Se convertirá en el mejor reclamo de su tienda: los clientes, convencidos de los poderes del felino se acercarán a comprar.

Y ellas dos, estos personajes, serán los encargados de contar la historia. La gata aporta frescura, sin duda: es la primera novela que leo cuyo narrador es una mascota. Su parte es quizá la más interesante: el animal es un ser especial que ve más allá de las apariencias, ve los espíritus de la casa, incluido el marido de la protagonista, y es capaz de comprender a unos y a otros su pasado, presente y futuro, incluso.

Pero La tienda de los recuerdos perdidos, de Anjali Beanerjee, no sólo me ha gustado por quién la narra, también por su ambientación: un pequeño pueblo la mar de encantador y una tienda vintage que podrían, no obstante, haber dado más juego.

Por otro lado, los personajes secundarios también llaman la atención. La historia que se cuenta aquí no es sólo la de Lily, es también la de esas mujeres que visitan su casa amarilla en busca de nuevas prendas.

Hacia la mitad la novela se vuelve más típica, pasa a ser una historia de duelo en la que la viuda recupera la ilusión por el amor, y lo hace con Ben, el veterinario del pueblo.

En cuanto al cómo, la prosa de Banerjee es sencilla, pero correcta: los fallos que he encontrado se deben más a la traducción y a la edición, hay palabras que no están completas, que a otra cosa. Sin embargo, la novela se lee de una sentada, pues al ser pocos los errores, la lectura no se ve alterada. Por otro lado, aunque sí me gusta la pluma de esta autora, creo que los diálogos podrían mejorarse: en general me han resultado fríos, carentes de naturalidad.

La tienda de los recuerdos perdidos es una novela breve sobre el duelo, que aporta algo distinto gracias a esa gata especial que tiene como narradora y al elemento místico tan presente en la historia, lo que hacen de este libro algo entretenido, ligero, que deja un agradable sabor de boca.