Para mí, no está en su punto, le falta cocción pero ya está fuera del horno y mañana llega a las librerías. Es El Bebedor de Lágrimas de Ray Loriga, una novela juvenil que no ha sido del todo de mi gusto.
Adela es una chica que ha vivido toda su vida en un pueblo de Estados Unidos. Ahora, ha terminado el instituto y va a empezar la universidad, lejos, muy lejos, de su casa y de su familia. ¡Por fin! Pero Carnwell no será ni mucho menos lo que ella espera.
No tardará en conocer a una chica que se convertirá pronto en su mejor amiga, Laura, y a un chico, Lawrence que no es otro que el personaje que da nombre a la novela, su media naranja.
Él, el Bebedor de Lágrimas, es un fantasma que "vive" para vengar a toda joven que es engañada por lo que siempre va con la espada a cuestas. En ese camino por la muerte le acompaña otro espíritu más cuyo nombre es Puck. Uno el día, otro la noche.
Ellos son los personajes principales hasta que Lawrence hace de las suyas y empieza a cortar cabezas. ¿En nombre de quién? De Laura de la que se ha enamorado en un momento. Aquí entran en juego el detective Augustus y su madre con el objetivo de encontrar al asesino.
¿Por qué no me ha dejado un buen sabor de boca? Es totalmente
surrealista. La clave de cualquier historia es que el lector la crea, piense que eso que está leyendo es verdad, que lo que le están contando le resulte creíble por muchos elementos fantásticos que posea y yo, en esta ocasión, me he creído a medias el libro.
Adela es la protagonista de la novela. Parece una chica que no ha roto un plato en su vida, una muchacha que aún no ha encontrado su lugar en el mundo y lógicamente está perdida pero no es así, actúa de forma ilógica con respecto a sus pensamientos. "Las mata callando", como se dice. Ella no es una víctima, en cualquier caso lo es su novio Nathan en el que no piensa de verdad ni un segundo.
En lo que respecta a los demás personajes, Puck es mi favorito y ojalá tenga más protagonismo en los siguientes libros porque este es el primero de tres. Laura y Lawrence aprueban por los pelos. La una porque al menos no es como Adela y el lector sabe de qué pie cojea en el mismo instante en el que aparece por la página y el otro, por ser el fantasma atormentado que aún no ha superado su pasado.
La pareja de detectives, los agentes Warden como se llaman a sí mismos, sí me ha gustado, especialmente la madre del policía por ese toque mágico que posee.
La historia tiene jugo, pese a que pensé que iba a ser más original por esa sinopsis que aparece en su contraportada sin embargo, a mí no me ha terminado de convencer y su protagonista tiene más culpa de la que yo quisiera.
Aunque es una novela predecible, imaginaba su final desde prácticamente el comienzo de la novela, nunca se me pasó por la cabeza que el hecho desencadenante de ese punto y seguido, ese que da comienzo a la segunda parte, fuese "ese". Fue una sorpresa.
Por otro lado, y es curioso, no se me ha hecho pesada, sus doscientas treinta páginas pasan volando pues está escrita de una forma sencilla y la estructura es buena al estar protagonizados los capítulos por unos y otros personajes.
Leeré la segunda parte y entonces decidiré si continúo y la termino porque puede ser que la siguiente me sorprenda más que lo ha hecho la primera y para ello no queda otra que seguir devorando las páginas de la historia. ¡Hasta la próxima!